EL MURO Y MI VIDA EN BERLÍN
De Comas (Lima-Perú) pasando por la Unión Soviética y luego a Berlín, esta es la historia de un peruano izquierdista en la Alemania dividida.

Foto y texto cortesía de David Ccahuana Tito.
1.- Aprendizaje y práctica. Teoría política en mis años escolares
Tenía quince años, el año mil novecientos setenta y tres, cursaba yo el tercero de secundaria, habíamos fundado, un grupo de alumnos de diferentes años escolares, la asociación de alumnos secundarios de la G.U.E Carlos Wiesse, en el Jirón Puno, Comas; en el cuarto año, asistía a “Praxis”, academia de preparación preuniversitaria, al costado del colegio Carlos Wiesse, sentí el mundo en mis manos, Rusia, China, me parecieron más cerca que Cusco, Apurimac, tierra de mis padres, canciones, “que la tortilla se vuelva, que los pobre coman pan y los ricos, mierda, mierda”, “a desalambrar, a desalambrar que la tierra es nuestra, es tuya y de aquél, de Pedro y María, de Juan y José” me eran familiares, en el quinto un año después, poseía pequeña base política. Paralelo a las clases de preparación, en la academia César Vallejo, asistía, voluntariamente, a las polémicas entre jóvenes representantes de diferentes organizaciones de izquierda, “carácter de la sociedad peruana”, para ellos la sociedad peruana era “capitalizante”, “capitalista atrasado”, “semifeudal, semicolonial”, —¿Pueblos separados? siempre hubo en la historia de la humanidad, se reunificaron, bajo el mismo sistema, en el caso de Alemania, no. —El muro nunca caerá —dijo el ponente—. “Dos sistemas antagónicos, Capitalismo, Socialismo, no se pueden unir”, aprendí en los salones de la academia. No solamente aprendí Aritmética, Algebra, Geometría, Trigonometría, sino también, con mucha didáctica, realidad nacional e internacional, preguntas, como, ¿Por qué eres pobre?, ¿Qué es Lucha de clases?, ¿Qué es Dictadura del proletariado?, ¿Existe Dios?.
2.- Las dos Alemanias
Personalmente, ambas Alemanias me eran conocidas, una, Alemania Federal, mi padre compraba hojas de sierra finas para platería, nosotros somos plateros de oficio, la otra Alemania Democrática, ayuda a Perú vendiéndole “maquinaria buena y barata”, —contaba mi padre—, después de haber visitado la Feria Internacional del Pacífico el año mil novecientos setenta y uno, Feria a la que asistían todos los países del mundo, para exhibir, ofrecer al Perú sus adelantos en todos los campos de la ciencia. Mi familia tuvo contacto directo con Alemania Federal: somos una familia de plateros, artesanos, en nuestro rústico taller de platería, en la calle Cahuide 340, Comas, fundíamos barras de plata, después de un largo proceso de manufactura, esa plata se convertía en alhajas. Las mejores herramientas, por su duración, efectividad, eran las herramientas alemanas, productos importados como la lámpara “Petromax”, a base de ron de quemar, alumbraba nuestra oscuridad, su sede siempre estuvo en Magdeburgo, sierras finas, de Baden-Württemberg para cortar láminas de plata eran parte de nuestro diario. Años después mi Mamá Anita abrió un negocio, tenía cinco operarios, consistía en comprar intestinos delgados de ganado ovino, estas vísceras se raspaban con profesionalidad, hasta alcanzar el nivel de hilo, llamé a su empresa “Raspa Tripa”, cada mes, Justino Escaldación, su único hijo, que había estudiado Administración, en Lima, en IPAE, un instituto de prestigio de administración de empresas, cobraba el cheque girado por los compradores alemanes. El año mil novecientos setenta y uno, setenta y dos llega a Lima la “cazas nazis” Beate Klarsfeld, mi primo hermano Justino, el día de entrega de cheque, encontró la casa de los compradores alemanes abandonada.
3.- El Muro y la Cortina de Hierro
¿Cuáles son los países del bloque socialista? “En Alemania coexisten dos sistemas, los separa un muro”. Yo ya sabía de la existencia de un muro que separaba dos sistemas. Los izquierdistas lo llamaban “Muro de Berlín”, no “Cortina de hierro”.
4.- Mi viaje a la Unión Soviética. Beca de estudios.
El ocho de agosto de mil novecientos setenta y ocho, becado por la asociación de amistad peruano-soviético viajo a Moscú. Ni bien llego, amigos de la promoción anterior que me conocían de Lima, buscan mi apoyo al trabajo político que se estaba gestando en la patria del Socialismo, la Unión Soviética, dentro de la asociación de estudiantes peruanos de la universidad Amistad de los Pueblos. Así me contacté con estudiantes alemanes de la juventud democrática libre. Aprendí a decir “¡Guten Tag!”, me miran, asombrados, les hablo de Marx, Engels, Bertolt Brecht, Hitler, Mao, con naturalidad, algo raro para ellos, mi profesora de Historia de la Sociedad Soviética, hija de españoles republicanos refugiados en Moscú, nos inculcó que el peso de la segunda guerra mundial recayó en Alemania-Unión Soviética. “Con la victoria —contaba ella— el ejército soviético tomó Berlín, la capital, desde hace casi dos décadas, un muro divide las dos Alemanias, Alemania occidental existe en la tradición hitleriana” —remarcó—.
5.- Mis primeros años en Berlín Occidental. El Muro desde otra perspectiva.
En la noche del trece al catorce de abril de mil novecientos ochenta y dos, en la estación Friedrichstrasse paso del sistema socialista al capitalista, descubrí que era yo más socialista que los soviéticos, en el conflicto político con las autoridades soviéticas, decidí, antes que me deportaran a Lima, viajar, con mis propios recursos, fuera de la Unión Soviética, llegué a Berlín Oriental, pasé por la estación Friedrichstraße, aquí estaba la “Cortina de hierro”, alta, tremenda pared de hierro dividía la estación en dos, me encontraba en el centro de Europa; el centro de Berlín Occidental era la estación Zoologischer Garten. Empieza mi trayectoria en el corazón del capitalismo europeo que aún no finaliza. En la repartición del botín, los aliados occidentales exigen su parte de la capital, se divide la ciudad en dos partes, oriental y occidental, la oriental, en lo militar, bajo custodia del ejército soviético, en lo administrativo, bajo control de los exiliados comunistas, en la parte occidental Estados Unidos de Norteamérica toma el sur, alrededor de Thielplatz, el norte Inglaterra, el centro Francia, vivía yo, en un edificio abandonado, en la calle Steinmetzstraße, paralela a la Potsdamer Straße, muy cerca a la estación Kleistpark, el departamento, un cuarto y cocina, no tenía electricidad, luego pasé a otro edificio abandonado en la Wartburgstraße, cerca de la estación Eisenacher Straße. Una mañana, camino a la Potsdamer Strasse rumbo al instituto Ibero Americano, mi casa de estudio del idioma, en la esquina de la Hauptstrasse y Potsdamer Straße, alboroto capta mi atención, no había alemanes curiosos, con todos los honores, se hacía cambio de guardia militar. Berlín Occidental era regida por los aliados, no pertenecía a Alemania. El muro era omnipresente, la estación, esquina Potsdamer y Bülowstrasse era bazar árabe, ahora es U-Bülowstrasse, caminar por la potsdamer Strasse era estar al final de Berlín, el Ibero Americano estaba frente a la Galeria Nacional de Arte, cerca a la Filarmónica de Berlín, era el fin del mundo, no había gente. Años después tuve la suerte de asistir a las dos, Paul Gauguin en la Galería, el Pianista Zimerman en la Filarmónica. Muy cerca al muro. El muro estaba presente, hasta en la mensa de la universidad, Pedro, contento, charola en mano, se sienta a nuestra mesa, era recluso de la cárcel de Moabit, por buena conducta, le daban un día de salida, pasaba el día con nosotros, en la noche volvía a su celda, “me tratan como huésped en hotel” —decía—. No podía escapar de Berlín, el muro. Yo pasaba a Berlín Oriental, ya sea solo o acompañado, temprano, me alisto, el S-Bahn me lleva a la estación Friedrichstrasse, pasaporte en mano, pago cinco marcos, paseaba por las librerías de Alexanderplatz, hablaba con gente vieja y joven, en el mercado informal vietnamitas ofrecían cambio de D-Mark por Mark, oficial era uno a uno, ellos te pagaban ocho por uno. Veía “Schwarzer Kanal” un programa de Berlín Oriental, en la calle no se discutía el muro, no se ponía en tela de juicio, para los jóvenes alemanes de Berlín occidental, el muro era protección de Bonn, aquél joven que rechazara al ejército alemán, si no ganaba el juicio, se trasladaba a vivir en Berlín Occidental. Los berlineses estaban exonerados del servicio militar, nosotros los extranjeros, podíamos andar sin control riguroso, mucho mejor si andábamos con los puertorriqueños del ejército norteamericano, el control policial era cero. La caída del muro significó para nosotros los estudiantes extranjeros en Berlín, la pérdida de trabajo, los alemanes orientales recibían menos, mucho menos por mes. Las subvenciones, a la que estaba acostumbrado Berlín occidental, acabaron. Las grandes empresas abandonaron Berlín.
6.- Hamburgo y la caída de El Muro.
Las discusiones políticas duraban muy poco, “geh nach drüben”, era el ultima ratio, basta. Siempre iba a Berlín Occidental, ya vivía en Hamburgo, Alemania Occidental, ya sea por estudio ó visita familiar. El control de frontera aturdía a los alemanes, a mí me trataban bien. Mi pasaporte peruano había vencido, los trámites demoraban, urgente, una noche viajo de Hamburgo a Berlín, a sesenta kilómetros de Hamburgo, en el punto de control, Gudow, muestro mi Registro domiciliario, que acredita mi residencia hamburguesa, “Usted es peruano, sólo aceptamos documentos peruanos, estén vencidos o no”, para la policía del pueblo, no tenía validez el documento alemán occidental que les mostraba. Me embarcaron en un auto a Hamburgo. Me gustaba viajar “tirando dedo”, en una oportunidad, un motociclista me recoge, antes de empezar el viaje, “en la frontera, si te preguntan, dices que soy el enamorado de tu hermana”. Me detuvieron una hora en la frontera. En otra, viajo en un Porsche, hicimos el tramo de doscientos noventa kilómetros en menos de dos horas, los policías del pueblo no podían creer, nos detuvieron en Stolpe, más de una hora. El año mil novecientos ochenta y siete contraigo matrimonio con una ciudadana alemana de Flensburgo, la hermana de mi suegro vivía en Rostock, yo, extranjero casado con alemana, tenía que tramitar visa extra para la República Democrática Alemana, despues me entero de que la hermana no recibía visita de extranjeros, porque era secretaria del alcalde y miembro del partido socialista unificado. El nueve de noviembre de mil novecientos ochenta y nueve el canciller Helmut Kohl anuncia estar presente en la caída del muro, inmediatamente alisté mi cámara, viajé de Hamburgo a Berlín, ser testigo de algo inaudito, retenerlo para la posteridad, era mi deseo, me gusta fotografiar, pero soy neófito en esa rama, llego a Berlín, me siento bien en masa, avanzo sin dificultad hasta el lugar indicado, en puntillas podía visualizar el momento histórico, levanto la cámara, tomo fotos, contento retorno a Alemania Occidental, Hamburgo. A pocos días de revelar los rollos, no había ninguna toma, todas eran negras. Había usado rollos de doscientos ASA ahora en cámaras digitales: ISO y en la oscuridad se requiere una sensibilidad de mil. Amigos alemanes, miembros del partido comunista alemán, enfermaron, otros se suicidaron. Mientras estudiaba participaba activamente en un grupo de peruanos y alemanes que hacía trabajo de esclarecimiento sociopolítico, acerca de la realidad peruana. Este trabajo me permitió conocer a mucha gente alemana miembros del partido comunista alemán (DKP). Muchos de estos, gente honesta, solidarios, internacionalistas, sintieron en carne propia, emocionalmente, la caída de la República Democrática Alemana. Algunos no pudieron superar esa crisis. La caída del muro significó para nosotros los extranjeros un cambio radical. A medida que pasaba el tiempo, vimos que los alemanes, se empezaron a sentir, como antes de la guerra: superiores. Todo individuo no parecido a ellos debía desaparecer. El término: “Ausländer raus” se hizo normal. El Estado, bajo presión del pueblo consciente, especialmente de un escritor hamburgués, Ralph Giordano, “Canciller, dé armas al pueblo”, asumió control de la situación, Hamburgo promulgó la ley de sufragio para los residentes extranjeros, Bavaria se opuso hasta llegar a la Corte Suprema de Justicia. Actualmente, el racismo se ha hecho “salonfähig”. En el parlamento existe un partido alemán que aboga por la alemanización de Alemania.